CAFÉ SOCIETY de WOODY ALLEN (2016)


Woody Allen, fiel a su cita anual, estrena Café Society envuelto en el glamour de Hollywood de los años 30. Louis B. Mayer por aquí, Barbara Stanwych por allá, grandes mansiones en Beverly Hills, fiestas glamurosas, y un joven judío dispuesto a cambiar su suerte en una ciudad distinta. Una historia ya conocida pero la nostalgia y el encanto que desprende son solo propios de Allen. El mayor cínico de la Historia del Cine es, en el fondo, un romántico.

Bobby (Jesse Eisenberg) llega a California para trabajar con su tío (Steve Carell), un importantísimo productor de cine. En su oficina conoce a Vonnie (Kristen Stewart), una guapa secretaria que se ofrece a enseñarle un poco la ciudad. Así poco a poco, él se va enamorando de ella. Pero, por supuesto, ella tiene novio. Partiendo de esta sencilla base, Allen va desplegando su inteligente guión que nos arrancará más de una carcajada y también muchas sonrisas. Su lengua viperina no tiene fin y si se le deja este hombre puede llegar a hacer maravillas. 


El guión no es lo único que deslumbra en este film. La ambientación es maravillosa. Empezando por los escenarios, esas casas con piscina, terrazas enormes, hermosos muebles... Todo el mundo debería poder vivir así. El vestuario también es digno de mención y la época está perfectamente reflejada en él. Aunque debo decir que ese aire de niña buena e ingenua de Kristen Stewart con vestidos con puntillas y lazo en la cabeza no me ha gustado nada. 

Las actuaciones están a la altura de las circunstancias, incluso Kristen Stewart que normalmente lo hace peor que mal está bastante bien. Aunque claro muy mal lo tienes que hacer para que se note que no eres buena actriz si tienes entre manos un guión de Allen y te está dirigiendo para que des lo máximo de ti. Eisenberg y Carell están genial, especialmente este último; y no se quedan atrás algunos secundarios como Blake Lively (encantadora) y Parker Posey. Para echar de comer a parte es la estrafalaria familia del protagonista. Desternillantes y pintorescos.

Me ha gustado mucho la voz de Allen como narrador, poniéndonos al día de los cotilleos de la alta sociedad de Nueva York y Los Ángeles. Es divertido ver como rememora ese tiempo lleno de extravagancias y superficialidad como si en el fondo hubiera deseado vivir en él. 

El final es simplemente perfecto. 

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