Serie de TV: THE CROWN


La nueva serie de Netflix es absolutamente sublime. Es el adjetivo que mejor caracteriza esta superproducción, y la llamo así porque es evidente que se ha invertido dinero en ella. Sus escenarios son fastuosos, su vestuario exquisito, su fotografía está a la altura del cielo, y sus interpretaciones al mejor nivel televisivo y cinematográfico en general. Si no supiera que es de Netflix pensaría que es un drama de época de la BBC.

The Crown es, nada más y nada menos, que la historia de la reina Isabel II de Inglaterra, y si, es tan jugosa como cabría esperar. Comienza un tiempo antes de su coronación, cuando su padre, el rey Jorge VI, empezaba a estar enfermo, y ella está a punto de casarse con su amado Felipe. Esta magnífica primera temporada nos lleva a través de los primeros y felices años de su matrimonio así como sus inicios como reina. 

Este drama palaciego está lleno de intrigas que nos mantienen en vilo. Cierto es que se trata de una serie histórica, y que en teoría hay bastantes acontecimientos de los que podemos estar al día; pero también es cierto que los detalles y los entresijos de cada hecho se escapan a los libros de Historia. Cada rincón oscuro de la historia se va desvelando con esmero gracias a una puesta en escena majestuosa (nunca mejor dicho).


Las relaciones de la Reina con los distintos personajes son el eje principal. La relación con su hermana, su madre y su abuela, pero especialmente con su marido, quien se siente como un mero hombre florero. Su amistad con Winston Churchill es un de los focos de atención más importantes, pues éste acaba de ser nombrado por segunda vez Primer Ministro de Inglaterra. Como tal, debe mantener una audiencia semanal con la Reina en la que le pone al día de los asuntos más relevantes del momento.

Otro tema que es tratado sin tapujos es la abdicación de Eduardo VIII, el tío de Isabel, con motivo de su relación con la odiada Wallis Simpson. Era una mujer divorciada, por lo que Eduardo VIII no podía casarse con ella. Él prefirió abdicar y dejar el trono en manos de su hermano pequeño, Jorge VI. La serie nos relata con grandes dosis de realismo el enorme impacto que tuvo este hecho en la familia real, no solo en el momento en el que sucedió, sino también muchos años después. El divorcio no era algo con lo que se pudiese jugar, y el paso del tiempo no lo mejoró para nada. 

En resumen, es una serie magistral. Todos y cada uno de los actores están brillantes en su papel, y lo cierto es que no podrían haberlos elegido mejor. La buenísima banda sonora encaja como anillo al dedo y está usada con cabeza, enfatizando cuando tiene que hacerlo. Todo está medido y en el lugar que le corresponde. Grandes momentos nos deparan, y no puedo mas que estar ansiosa por lo que se acerca en las temporadas siguientes.


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