LA STRADA de FEDERICO FELLINI (1954)



La Strada es la película paradigma del realismo mágico de Fellini y la película más querida por los amantes de su cine.

Fellini nos muestra una Italia desolada y miserable, en la que la gente se dedica a sobrevivir y a resignarse. Vemos este mundo a través de los ojos de la pobre Gelsomina (Giuletta Massina, mujer de Fellini), una jovencita que es vendida por su madre por 10.000 miseras liras al marido de su hermana fallecida, Zampanó (Anthony Quinn). Zampanó es un hombre de circo, un violento titiritero que se dedica a maltratar a la delicada y ambigua Gelsomina durante sus viajes con su destartalada motocicleta, que ha convertido en caravana. Pero en Gelsomina siempre hay cierto halo de esperanza, muy a su pesar.
Ambos están fantásticos en sus papeles. Anthony Quinn tan cautivador como siempre, y Giulietta Massina nos deleita con una actuación muy propia de la mímica de las películas mudas, al más puro estilo de Chaplin.

Es una fábula poética,  una reflexión sobre el bien y el mal que se convertirá en un tema constante en su cine. El bien debe sacrificarse para salvar al mal, es a fin de cuentas un poema de salvación. Su estilo realista procede del Neorrealismo italiano de Vittorio de Sica y de Roberto Rossellini, pero le da un toque personal que permanecerá en su modo de hacer cine. La temática popular y el circo son dos temas constantes en la filmografía de Fellini.
Este estilo transmite toda esa mística, con los encuadres bien escogidos, los planos largos, la música. La escena de la procesión es absolutamente sobrecogedora. La banda sonora de Nino Rota te produce una sensación de congoja y transmite la tristeza de los personajes. La preciosa fotografía en blanco y negro contribuye a retratar la miseria de este país asolado por la pobreza.

Para quien no haya visto nunca una película de Fellini, sin duda es por aquí por donde debe empezar, pues esta es la más sencilla y asombrosa de todas ellas.


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